Athor-Mentada girando en Do-Mador

Performance,
IV Xornadas de Arte de Accion, chamalle X, Vigo, Espana, 2008

Alguien volvió a abrir la caja de música una vez más, y aunque cansada, vuelvo a girar, a bailar la misma melodía. No sé quién la ha abierto, no lo he podido ver, yo estaba metida aquí dentro, como siempre. Estaba dormida, estaba muerta, …una vez más me sacan, me abren de par en par, para que baile para ellos. Otra vez abrieron la maldita caja, …quien la abrió, vio todo lo que hice durante diecisiete minutos. Y por lo visto parece que le gustó; o eso, o era muy fácil de complacer, pues me vuelven a abrir una y otra vez.

Creen que es lo único que se hacer, bailar, dar vueltas y moverme sin desplazarme de mis coordenadas, sonreir sin preguntar, exhibir todos mis puntos de vista sin tener derecho a mi intimidad. ya de sobra sé lo que es que te escruten con la mirada, todos los ojos se dirigen a mi pequeñez; si estoy rota, lo van a ver; si soy de plástico o porcelana, lo van a notar; si tengo alguna fisura en los miembros, lo van a detectar; si estoy sucia, si soy vieja, si me pintaron mal el carmín de los labios, me criticarán, si se me corrió el rimel porque lloré, me lo recordarán.

En cada vuelta me escondo sobre mí misma y me reflejo en mi sombra. El doblez de mi sombra me tranquiliza; en ese mundo en blanco y negro, mi corona de espumaderas se alza concediéndome la belleza de una reina. Lo grotesco de la danza sin fin se desdibuja y se alza como poderoso, el vestido rasgado se olvida, se borra para lucir una silueta de alta costura, los poros de la piel se aplastan en dos dimensiones contra el blanco de la pared y las cicatrices desaparecen. Mi sombra me otorga otra dimensión de mi realidad.

En mi sombra no hay ni dentro ni fuera, ni nuevo ni viejo, es diplomáticamente neutra, diplomáticamente correcta. Más allá de las metáforas especulares, la imagen de mi sombra me redobla. Mi huella inmaterial crea un doble, un tipo deestuche protector inmaterial, en el que mi forma parece en un momento protegida por mi contraforma. Arranca la semejanza de mi cuerpo que ha invadido. Al mismo tiempo esa semejanza se torna depredadora; atrapa lo que pierdo, me aísla, e incluso me separa un poco de mi propia forma. Su función matricial de redoblamiento es también una función “negativa” de recorte, de capa, me mutila. Soy la mitad, somos dos.

También me desdobla. Por otra parte, además de crear mi doble, un semejante a mí fuera de mi cuerpo, crea un desdoblamiento, una duplicidad, una simetría en la representación. Más que crear una imagen, a veces, es la división de ella; el pliegue como portador de la imagen que une y separa las dos partes de un todo. Dos mundos unidos por la luz.

Pero al mismo tiempo, me invierte, la sombra lo invierte todo; invierte simétricamente las condiciones morfológicas de su referente; lo que vemos en mi sombra es lo contrario de mi, la sombra se desvanece, yo estoy atada a esta caja, a mi fisicidad.

Soy la mitad, somos dos, soy lo contrario.

Con la caja cerrada, a oscuras, ciega, puedo ser yo. Me quito el ridículo tutú y el corsé que me aprieta, y desnuda hago lo que me place, nadie me mira, tampoco yo puedo ver nada. A tientas, en silencio sin ninguna música que me moleste, mi peinado se deshace, y descalza, mis zapatillas de ballet se vuelven absurdas dejando ver mis pies amoratados, ensangrentados y llenos de rasguños…¡Que me dejen ser quien yo quiera ser!

 de “OTRA VEZ ABRIERON LA MALDITA CAJA”, Ana Soler

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